viernes, 10 de enero de 2020

Confesiones de Rómulo Betancourt


El mayor riesgo y el mejor logrodel 18 de octubre de 1945


Con motivo del trigésimo aniversario de la Revolución del 18 de octubre de 1945 la revista Resumen, de Caracas, publicó una extensa entrevista que le fue hecha al presidente Rómulo Betancourt y que apareció en la edición correspondiente al 26 de octubre de 1975 (N°103) de la cual traigo a cuento dos importantes fragmentos que -para asombro de muchos en estos tiempos son de una absoluta realidad.

Ese primer fragmento, que ahora gloso se refiere a la respuesta que le dio al periodista cuando éste quiso saber cuál había sido el tránsito más difícil para la Junta Revolucionaria de Gobierno. Sin titubear le manifestó que había sido durante los primeros días de junio de 1946 cuando estuvo al borde del colapso con motivo del decreto 321 promulgado el 30 de mayo de ese año, que generó una enorme protesta de los medios educativos privados, cuyos estudiantes, jóvenes de ambos sexos, se lanzaron a la calle para expresar su rechazo a la medida y que generó, en definitiva su substitución. A ese respecto, tras referir con pelos y señales todo lo referente a esta situación este comentario posterior del político:

- La tesis del Estado docente, muy en boga para 1946, ahora no la enarbola ningún pedagogo de filiación democrática. El monopolio de la educación por el Estado es sistema privativo de los regímenes totalitarios. En las sociedades libres y pluralistas coexisten, sin pugnas, los institutos públicos y privados de educación. En cuanto a Venezuela se refiere, existe la generalizada convicción del necesario aporte de la educación privada, en cooperación con la dispensada por el Estado, para satisfacer los justificados reclamos de una población ansiosa de cultura. Ninguna de las fracciones parlamentaria de las diversas organizaciones políticas cuestiona en el Congreso de la República las partidas destinadas a cubrir parte de los gastos de funcionamiento de las universidades, liceos y escuelas privadas incluidas en el presupuesto de ingresos y gastos de la nación.
- ¿Y el mayor logro?
- El más extraordinario fue la erradicación del paludismo.

Y entonces contó:

“Sabía de la terrible incidencia del paludismo por experiencia acumulada e íntimamente sufrida, con dolor venezolano. Entre los años 1941-1945, en la forja del partido Acción Democrática, visité hasta el más pequeño caserío venezolano. Ví en la capital de Cojedes, a hombres y mujeres exhibiendo las repulsivas llagas, inspiradoras de tristeza honda, las ´loras sancarleñas´ del dicho popular, originadas por el paludismo”.
- Se trataba de una epidemia que desde la colonia azotaba el país. Era la causa número uno de la mortalidad en Venezuela y factor coadyuvante de la baja productividad de millares de trabajadores.
Él mismo estuvo afectado de ese mal y se vió muy grave, por cierto. Pero tras otras referencias sobre dicha enfermedad agregó: “Acuciado por la preocupación que para los venezolanos constituía el azote del paludismo, concerté en algún año anterior al de 1945, con el doctor Arnoldo Gabaldón, compañero y amigo de nuestros días de estudiantes universitarios de 1926 a 1928, una visita a las oficinas de la división de malariología del Ministerio de Sanidad que estaba ubicada en Maracay. Me explicaron él y su ayudante y pariente, el doctor Arturo Luis Berti, con inocultable frustración, lo poco que estaban haciendo, a contrapelo de su vocación de servicio, contra la endemia segadora de vidas.

- Apenas llegué a Miraflores - siguió diciendo Betancourt -después del 18 de Octubre victorioso- la obsesión de la impotencia sempiterna frente a esa calamidad nacional devino imperiosa decisión de enfrentarla, cuando tenía instrumentos de poder en mis manos. Hice llamar a Gabaldón a desayunar conmigo en la modesta casa que habitaba y a hora insólita para quien no es un madrugador inveterado: la siete de la mañana.

El diálogo se desarrolló así, palabras más, palabras menos:

- Arnoldo, ahora sí vamos a acabar con el paludismo en Venezuela. ¿Cuánto dinero necesita la dependencia que diriges para realizar una ofensiva desmanteladora y a fondo contra la tragedia nacional que significa esa endemia? La Junta aprobará el decreto, cualquiera que sea su monto, para echar adelante ese programa prioritario de salud pública.
- ¡Me das la mejor noticia que he escuchado en mi vida profesional! - le respondió Gabaldón -. La hora es la mejor para emprender esa operación antimalárica de envergadura. En Estados Unidos han logrado, mediante el trabajo de centenares de investigadores, producir el DDT, un seguro eliminador del anofeles causante del paludismo. Los estadounidenses hicieron eso, fundamentalmente, porque a sus tropas en las islas del Pacífico y otras zonas beligerantes las diezmaba el paludismo. ¡Pero eso cuesta mucho!, así como equipar de recursos humanos a la división del SAS que está bajo mi responsabilidad.
- En ti confío, Arnoldo - le dijo Betancourt -.Te sé austero y que no se va a despilfarrar el dinero destinado a esa empresa de alcance nacional. Tómate 48 horas para elaborar el plan y cuantificar su costo. No tengas timidez en lo relativo al volumen del dinero fiscal que se necesite. El Estado lo sufragará.

Betancourt siguió refiriendo:

- Lo ofrecido se cumplió. Los resultados fueron inmediatos y sorprendentes. En 1947 pudo escribir uno de los más notables malariólogos de Estados Unidos, el doctor Paul E.Russell: “Venezuela es el primer país del trópico que se arrebata al paludismo”. ¡Y va de anécdota! – Añadió -: “En 1963, como es bien sabido, hice una visita a los Estados Unidos, en mi condición de Presidente de Venezuela. En un almuerzo oficial ofrecido por el secretario de Estado Dean Rusk, quedaron vecinos de mesa el canciller venezolano, Marcos Falcón Briceño, y el doctor Russell. El primero interrogó: “Doctor, ¿está seguro de que el DDT acabará con la malaria?”
- La respuesta fue rápida y aguda: “Terminaré no solo con la malaria, sino también con los malariólogos”.
- El coordinador de esa lucha contra el paludismo resumió en enero de 1948 lo realizado en esa empresa que, sin hipérbole, podría calificarse de redención nacional. Y, finalmente, apuntó: “En una conferencia hizo el doctor Arnoldo Gabaldón un balance de los éxitos obtenidos en esa histórica empresa. De 1946 a 1948, 115 mil viviendas donde se domiciliaba medio millón de venezolanos, habían sido protegidas contra la infección palúdica por el sistema de “dedetización”. En su conferencia, el doctor Gabaldón presentó un caso típico: el del estado Aragua, que desde los días de la Colonia se contaba entre los de más intensa infectación palúdica. En el quinquenio 1940-1945, las muertes por malaria alcanzaron en ese estado a 90 por cada 100 mil habitantes. En 1946, esa cifra descendió a 18 y en 1947 a 9, la décima parte.
- No solo se han reducido los pacientes - acotaba Gabaldón - la muerte misma ha dado un paso atrás. En 1948 había sido saneada la tercera parte de las áreas maláricas y se preveía que en dos años más iba a quedar totalmente eliminado el paludismo.

¡¿Qué tal?!

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