viernes, 10 de enero de 2020

El despertar político de las clases empresariales


"Ninguno de los partidos políticos existentes se
ha enfrentado a los problemas trascendentales
del país en la forma concreta y eficaz
que aspiramos nosotros"

Pedro Rafael Tinoco, hijo

Su primera manifestación ocurrió en las elecciones de 1964 “Hoy en día comprenden que tienen un gran aporte que dar en el campo político y se resisten a que las decisiones fundamentales que afectan el destino de la Nación, sean tomadas sin su participación”. El ingreso en la “Alalc” plantea una serie de inconvenientes a los países latinoamericanos, pues estos tienen economías competitivas y no complementarias. Copei y el Frente Uslarista perdieron las elecciones porque fueron separados a la jornada comicial. 

El Dr. Pedro Rafael Tinoco, hijo, no era muy conocido nacionalmente por aquellos días de abril de 1964, cuando lo entrevisté para una sección sabatina de El Nacional titulada con el nombre genérico de Foro, que ocupaba íntegramente la primera página del Tercer Cuerpo. Abogado y economista, fue presidente en los últimos tres años de la Asociación Bancaria Nacional: profesor de Economía Política y Finanzas Públicas en la Universidad Central de Venezuela, fundador de la Asociación Venezolana Independiente -AVI- y principal redactor de la Carta Económica de Mérida, un severo documento crítico que aprobó en esa ciudad la Federación Venezolana de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción -Fedecámaras- sobre la política económica del gobierno. 

Entonces un hombre joven -apenas 36 años- de mediana estatura y complexión robusta, cara redonda, frente amplia que se internaba cabeza adentro, donde ya asomaba, agresiva, la calvicie. Me presenté a su bufete, el mismo de su padre, el famoso Dr. Pedro R.Tinoco, ubicado entre las esquinas de Padre Sierra y Muñoz, para una entrevista sobre el ingreso de Venezuela a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Y lo que apuntaba ser -para mi capote- una materia árida para el lector común y corriente, pendiente de los dramas cotidianos de asaltos y entreveros pasionales, se transformó en una polémica exposición de uno de los hombres más representativos de lo que ha dado en llamarse clase gerencial o empresarial venezolana. 

- Mire - me dijo de manera rotunda y categórica en forma pausada y sin mayores inflexiones de voz - ninguno de los partidos políticos existentes se ha enfrentado a los problemas trascendentales del país en la forma concreta y eficaz que aspiramos nosotros.

Tras una pausa muy breve retoma el hilo de su exposición:

- Nosotros producimos pocos artículos que pueden competir con éxito en una zona de libre comercio. Nuestras industrias más desarrolladas, las del petróleo y del mineral de hierro, ya colocan sus productos en el mercado internacional en grandes cantidades y no necesitan de las ventajas de una integración regional. Ellas nos dan divisas en cantidad suficiente para abastecernos de la mercancía que necesitamos importar, comprándola al país que nos la venda de mejor calidad y a menor precio. No tenemos, pues, por lo menos en un futuro inmediato, la necesidad imperiosa de ingresar a la ALALC, pues nos podría causar graves desajustes internos, como el cierre de industrias, mayor desempleo, freno de nuestra actual rata de desarrollo. etc. 
- ¿Pero podrá Venezuela mantenerse fuera de esa organización? 

Tinoco guarda silencio brevemente, mientras organiza sus ideas. Después va apuntando, pausadamente: 

- No podemos olvidarnos, guiados simplemente por las ventajas y conveniencias inmediatas, de ciertas verdades que tendremos que confrontar en el futuro. Dentro de nuestro actual sistema, aislado e individual, cosechamos ventajas prácticas y reales; pero le ponemos un freno a nuestras posibilidades de desarrollo. No podemos seguir indefinidamente industrializándonos para la simple sustitución de la importación, pues llegará un momento en el cual, para continuar desarrollándonos necesitaremos producir para mercados mayores que el nuestro. El mercado interno de Venezuela no es suficiente para que puedan funcionar eficazmente muchas industrias pesadas, que requieren un gran volumen de producción y para las cuales estamos idealmente dotados. El aislamiento nos conviene a corto plazo; pero frenará nuestro desarrollo a largo plazo.
- ¿Cómo conciliar esa contradicción? 
- Ese es el gran dilema nacional a resolver en esta materia. Y de una buena decisión depende en gran parte la estabilidad y la posibilidad de crecimiento de nuestra economía!

Y ante mi categórica condición de lego, el entrevistado prosiguió, ya entrando en confianza:

- Creo útil señalar como contribución al esclarecimiento del problema, las siguientes ideas concretas al respecto: a) A Venezuela no le interesa ingresar de inmediato a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Lo que debemos hacer es prepararnos en los actuales momentos para un ingreso futuro, poniendo en eficaces condiciones de competencia a nuestra industria pesada. Nada ganaremos ahora, si nuestra industria petroquímica y nuestra industria siderúrgica siguen en una etapa rudimentaria y no son capaces de competir en calidad y precio dentro de la zona de libre comercio. Primero hay que poner la casa en orden y realizar nuestro proceso de industrialización pensando en la necesidad de competir. b) Debemos tratar que el concepto mismo de la ALALC sea modificado como condición de nuestro ingreso. Parece ilógico tratar de crear una verdadera zona de libre comercio entre economías competitivas a base de lo que actualmente se produce. Quizás sería mejor enfocar el problema sobre la base de industria pesada nueva o de productos no competitivos. Es evidentemente racional que la zona de libre comercio se surta de cobre, bruto o manufacturado, en Chile o Perú; de nitrato, en Chile; de trigo, en Argentina; de productos de la petroquímica en Venezuela y de acero en Brasil o en nuestro país. c) Debemos olvidar anticuados conceptos estatistas y buscar la colaboración del sector privado en la solución de estos graves problemas. En manos exclusivamente del sector público, nuestra industria pesada difícilmente llegará a lograr una situación competitiva. Hay que incorporarle modernas técnicas de administración y un real sentido de superación. Sin ello, ningún mercado común, ni zona de libre comercio, resistirá sus costos y precios de venta. Lo trascendental de esta materia - concluyó - es que debe colocar su estudio y discusión en un plano de altura, inspirado exclusivamente en el supremo interés nacional. No debe intervenir en su decisión ninguna posición partidista o sectorial.

Fue entonces cuando se me ocurrió hurgar un poco el pensamiento de este dirigente empresarial, abogado graduado en 1949 en la Universidad Central de Venezuela, integrante de la Promoción “Néstor Luis Pérez” y gran estudioso de la economía, aunque no ha persistido en la disciplina porque, según sus palabras, mas se aprende en los libros que en las aulas.

- Dígame - lo insté - la razón por la cual no terminaron en nada, ni en la fundación de un partido, la creación de un periódico, o cualquiera otra forma de acción en la vida política los organismos de AVI en el momento electoral? 

Tinoco dictó, con su pausa acostumbrada, mientras apoyaba sus dos manos en el sillón en el que estaba sentado, entrecerrados los ojos: 

- Para darle respuesta adecuada a esa pregunta hay que recordar que AVI (Asociación Venezolana Independiente) se constituyó como agrupación cívica en un momento de grave peligro para nuestras instituciones básicas y no con el propósito de formar una nueva fuerza política beligerante. Nunca tuvieron los integrantes de AVI como meta, la formación de un partido político. Más bien persiguieron actuar como factor de unidad y de entendimiento entre las fuerzas políticas existentes para lograr de éstas una unidad de criterio alrededor de ciertos conceptos básicos para la estabilidad y progreso del país. 

Hace un alto para invitarnos a un café y añade: 

- Dijimos en nuestro primer “manifiesto” y todavía lo repetimos, que para nosotros, los miembros de AVI, es más importante resolver los problemas fundamentales del país que ganar circunstancialmente una elección. Esta posición puede parecer un poco lírica y desprovista de realismo. Sin embargo, creemos que tienen una profunda razón de ser en un país de democracia naciente como Venezuela, donde todavía no están bien afianzadas las instituciones. Aquí, debido a nuestra tendencia a la división y al fraccionamiento reiterado de las fuerzas políticas, es necesario que exista una agrupación de hombres que no persiga ventajas inmediatas en ese sentido, sino que más bien pueda actuar como factor de unidad y de moderación en la vida pública nacional.

A estas alturas de la conversación, le hice la pregunta que provocó su declaración redonda y categórica del inicio:
- ¿Considera Ud. que los sectores llamados del capital o fuerzas vivas, deben concretar sus pensamientos en un organismo político o cree que ya están suficientemente representados por alguno de los partidos existentes? 
- En mi opinión – respondió - los sectores capitalistas venezolanos han ido demostrando cada vez más su preocupación política y su sentido de responsabilidad. Ya los hombres de empresa de Venezuela no se dedican simplemente a administrar sus negocios, sino que también toman interés en todos los problemas fundamentales del país. Esto queda demostrado evidentemente en el campo social con iniciativas tan valiosas como las realizadas en la educación popular por Fe y Alegría; en la educación superior, por la Universidad Católica Andrés Bello y en el campo médico asistencial por realizaciones tan importantes como las que están cumpliendo la Sociedad Anti Cancerosa y el Hospital Poliomielítico. En el campo estrictamente político -siguió diciendo - la clase empresarial venezolana y uso este término porque es un poco más amplio y descriptivo que el de simple clase capitalista, ha manifestado también su preocupación. La Carta Económica de Mérida, programa integral de desarrollo presentado al país por los empresarios de Venezuela, es una manifestación de este fenómeno. Otra manifestación la constituye la creación de AVI, donde se unieron sectores profesionales, gerenciales y empresariales, para tratar de darle un nuevo estilo a la lucha política nacional. Las actuales organizaciones partidistas existentes no creen que representen la totalidad de las aspiraciones nacionales que tienen los sectores que integran a AVI. Ninguno de ellos se ha enfrentado a los problemas trascendentales del país en la forma concreta y eficaz que nosotros aspiramos. Ellos no han sabido atraer a sus filas a los sectores mejor capacitados y más valiosos de la población venezolana y han dejado a una gran porción del país sin verdadera representación política. 

Nueva pausa para añadir:

- En el momento actual estamos viviendo una reestructuración de las fuerzas políticas nacionales. Lo que ha ocurrido recientemente en partidos tradicionales como Acción Democrática y Unión Republicana Democrática, la transformación de parte del Frente Uslarista en partido político y la fuerza creciente demostrada por el partido socialcristiano Copei, comprueban que evidentemente hay una reestructuración en marcha de esas fuerzas y es de esperar que dentro de esa reestructuración alguno de los partidos existentes sepa, verdaderamente, encarar los problemas más apremiantes del conglomerado venezolano y atraer a sus filas a lo más valioso que tiene nuestra patria. 

Inquiero sobre las fallas que la llamada clase gerencial ha anotado sobre la forma de dirigir el país y por qué solo a última hora han asumido una actitud distinta, limitándose a simples comerciantes importadores, en el marco de las actividades nacionales. Tinoco recoge el guante y asegura que la clase gerencial ha realizado en el país “una verdadera transformación económica y social”.

- De país de base fundamentalmente agraria nos hemos convertido, gracias en buena parte a la riqueza traída por el petróleo, en un país en acelerado proceso de industrialización.

- Gran parte de esta labor - declara con satisfacción que no disimula, pues se siente parte integrante de ese segmento - ha sido obra de nuestros empresarios y a éllos corresponde la mayor parte del éxito. Nuestra clase empresarial ha sido esclarecida en el campo social. No ha habido resistencia para darle al trabajador su justa participación en la riqueza que él contribuyó a crear y ha existido una efectiva preocupación porque sea aumentado el nivel medio de bienestar en el país. La contratación colectiva ha funcionado eficazmente como medio básico y democrático de asegurar una adecuada distribución del ingreso nacional. A través de ella los trabajadores de las empresas más desarrolladas han logrado una efectiva mejoría en su modo de vida y la riqueza producida no ha ido, en nuestro país, a parar a unas pocas manos. 

La llegada del fotógrafo causa una breve interrupción. El “gordo” Garrido comienza a disponer lo necesario para hacerle un close-up. El doctor Tinoco abre los brazos, los baja a la altura de las piernas, comprueba si no se le ha desplazado el nudo de la corbata. Pero después de esos instantes recobra la calma y reinicia su conversación, en la misma forma pausada, pero sin perder el hilo del discurso: 

- Lamentablemente, por razones históricas bastante conocidas, nuestras clases gerenciales y empresariales no manifestaron mayor interés por el fenómeno político. Las largas dictaduras sufridas por Venezuela las mantuvieron alejadas de dicha actividad. Se acostumbraron a pensar en ésta como una ocupación azarosa, propia de los políticos profesionales. Iniciado nuevamente el proceso democrático, y ante un estado de crisis en el país, tomaron conciencia, con sentido de responsabilidad patriótica de sus deberes en ese campo. Hoy en día comprenden plenamente que tienen un gran aporte que dar y que no pueden aceptar que decisiones que afectan nuestro destino como nación, sean tomadas sin su participación. 
- Las pasadas elecciones – afirmó - fueron la primera manifestación de este importante fenómeno político. 

Le pregunto entonces cuales fueron, en su concepto, las fallas fundamentales en la política ejecutada el pasado quinquenio en materia económica y, al parecer, le dí en la vena del gusto. No me dió tiempo, siquiera, a repreguntarle. A Juan Pablo Pérez Alfonzo y al ex presidente Rómulo Betancourt debieron sonarle los oídos. Comenzó por decir: 

- La falla fundamental, de la cual pueden derivarse muchas fallas subsidiarias, fue la falta total de una política integrada de desarrollo. No fue coherente. Fueron aplicados diferentes criterios, a veces contradictorios. Se deseaba el desarrollo pero eran aplicadas medidas contrarias al propósito de desarrollarse. 

Y como pensara que no estaba del todo clara la respuesta, abundó en detalles: “Así por ejemplo, para una demostración concreta, es indudable que se hizo un esfuerzo por industrializar el país. Simultáneamente fueron aplicadas medidas que destruyeron nuestra primera industria nacional, que era la construcción.

- ¿La Ley de Alquileres? - interrumpo, alarmado - porque esa medida alivió mucho la situación de centenares de familias que pagaban arrendamiento que les consumía cerca de la mitad de sus ingresos.
- Fue uno de los frenos - me atajó - ; pero yo podría señalarle siete frenos mas. Por otra parte, esa Ley, buena en el fondo, no tiene aplicación práctica. En la actualidad se concreta a ser la forma de vida de un reducido sector burocrático: los fiscales. Ahora, ni siquiera los constructores sino los agentes de inmuebles, cargan a los costos la cuota que hay que pagar para la regulación deseada. Pero es otra materia. Déjeme seguir hablándole de las fallas. Aceptando que el desarrollo económico era esencial para Venezuela, se aplicó una política petrolera dogmática y negativa, totalmente contraria a las necesidades del desarrollo. El lema de “no concesiones” no puede aceptarse como base para el desarrollo de nuestra economía. Lamentablemente, quienes gobernaron a Venezuela en el pasado quinquenio no se dieron cuenta de que no podían seguirse aplicando en el país lemas y consignas de origen político y electoral, que ya no tenían vigencia para problemas actuales. Presentar la concesión de hidrocarburos como símbolo del colonialismo es, o desconocer lo que es una concesión o no saber lo que es el colonialismo económico. La concesión es el acto de soberanía por el cual el poder público le permite una determinada actividad a un ente de derecho privado. Hay en ella un sentido de subordinación. Se nos pretendió decir a los venezolanos que un contrato, en el cual está implícita la igualdad entre las partes contratantes, representaba un paso de independencia y libertad frente a la concesión. El Gobierno acepta que los ingresos de Venezuela bajo el régimen de concesiones son satisfactorios, y esto creo que nadie con mente objetiva pueda dudarlo, y sin embargo, nos dice que ese régimen bajo el cual logramos crear una de las industrias petroleras más florecientes del mundo, no es bueno para el país. 

Y vino entonces la letanía:

- Lo que no es bueno es frenar el desarrollo de la industria petrolera, eliminando la política de concesiones y no sustituyéndola por otra que se considere más adecuada; lo que no es bueno es desarrollar una política agraria de contenido demagógico mediante la cual no se logre elevar de manera efectiva el nivel medio de bienestar del hombre del campo. Hemos repartido tierras, pero no hemos formado agricultores olvidándonos de que en Venezuela sobran tierras, pues nuestra extensión territorial es muy grande y gran parte de ella todavía de propiedad pública, y cuanto faltan son hombres, entrenados y educados en las formas modernas, técnicas y racionales de explotación agrícola. 

Nueva pausa antes de proseguir: 

- Ejemplos como los que le he citado hay muchos; pero creo, repitiendo cuanto le dije al inicio de la contestación de esta pregunta, que la falla principal fue, no tanto los errores cometidos, como la ausencia de una política integral, coherente, de desarrollo. 

Se dice y se afirma por parte de todos - volví a interrumpirle - que hay una recuperación de la confianza económica. ¿Existe, en su opinión? ¿Cómo puede consolidarse?

- En realidad, a partir de la terminación del proceso electoral ha mejorado la confianza en la estabilidad y en el porvenir de nuestra economía. Esto es perfectamente comprensible. La derrota sufrida por los extremistas y el caudal electoral importante logrado por las fuerzas moderadas, actuaron como elemento tranquilizador. No hay que olvidar que entre el partido socialcristiano Copei y el Frente Uslarista sacaron más votos que la propia Acción Democrática, triunfadora en las elecciones. Esto explica que exista hoy en día una importante fuerza de centro en el país, numéricamente la más poderosa, que perdió las elecciones simplemente por haberse dividido en dos candidaturas. Ha actuado también como factor de confianza la salida de la Primera Magistratura Nacional de una persona polémica como Rómulo Betancourt y su sustitución por un hombre más ecuánime y ponderado, como nuestro actual Presidente. Creo que deben realizarse los mayores esfuerzos por consolidar y aumentar ese clima de confianza que está comenzando a vivirse en Venezuela. Sin él no lograremos el desarrollo y crecimiento de nuestra economía, que es esencial para la solución de problemas sociales fundamentales. Para conservarlo es necesario que el Gobierno actúe con verdadero sentido nacional y no movido por la búsqueda de circunstanciales ventajas partidistas. El Presidente tiene que actuar como un árbitro imparcial entre todos los venezolanos, de quien todo ciudadano debe esperar un trato justo y no como el jefe de una secta política. El tiene que poner en marcha una política coherente de desarrollo, fruto de la planificación democrática, y no como ocurrió en el quinquenio pasado, de la ineptitud burocrática. Solo así, demostrando deseos constructivos, eficacia administrativa y seriedad en el manejo de la cosa pública, se logrará consolidar la confianza que se inicia. 

Pregunté al doctor Tinoco, finalmente, qué opinión le merecía la caída de Goulart y la posición oficial de Venezuela al respecto... Su respuesta fue la siguiente: “Considero la caída de Goulart problema interno de Brasil y no nuestro. Creo que el movimiento cívico con participación militar que lo derrocó tuvo su origen en el sistema demagógico de gobierno empleado por él, que llevaba a su país hacía el caos y abría las puertas a un régimen totalitario. En todo caso, no considero que debemos ser nosotros los jueces de la forma que emplee un país hermano para resolver sus propios problemas. Considero errada la actitud nuestra. Hemos olvidado los más elementales principios del derecho internacional para aplicar una política sui géneris que no tiene ni siquiera el mérito de ser consistente. Mantenemos relaciones con regímenes como el de Tito, en Yugoslavia o de Francisco Franco en España, que ciertamente no son democráticos, ni fruto de un proceso electoral normal. En cambio, le negamos reconocimiento al régimen del Brasil, ratificado constitucionalmente por el Congreso, y que ofrece realizar elecciones libres y democráticas en su oportunidad legal. No es lógica ni amistosa nuestra conducta al respecto. Creo que hemos olvidado tanto el respeto que le debemos al derecho de ese país hermano de resolver a su manera sus propios problemas, como las importantes relaciones comerciales que hemos llevado. Brasil nos compra apreciables cantidades de nuestro petróleo y nosotros le compramos poco. Espero que estas realidades sean expuestas en el seno del Gobierno por nuestro competente Canciller y que éste logre una importante rectificación de la medida inicialmente adoptada. 

El periodista y el Dr. Pedro Rafael Tinoco hijo, en su despacho. 

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