viernes, 10 de enero de 2020

I - Caminante



Ahora cuando a duras penas me mantengo sobre un rocín no muy veloz como quisiera, he revisado parte de un ejercicio periodístico que comencé a los veinte años y decidido dejar a las próximas generaciones, si lo tuvieran a bien, buena parte de la experiencia que me cupo vivir hasta entonces, dando a conocer el pensamiento de algunos de los dirigentes que tuvieron participación activa en los hechos que se registraron en Venezuela en los últimos 72 años (del45 del siglo pasado hasta este tumultuoso y terrible 2018) y una que otra pintura del tiempo que entonces vivió el país que tras una inicial colonización áspera y un caudillaje feroz posterior que le impidió progresar como debía, ahora se encuentra atrapado en una encrucijada de la cual seguramente habrá de salir más curtido, más realista, más sabio. Está en sus manos, en la manera como asimile conocimientos y aproveche la pericia, el valor, la determinación que llevó a los otros a superarla.

El mío, sin más cuentos, fue un ejercicio continuo, con escasos lapsos, en uno de los cuales me casé. Galopé desenfrenado, en los diarios que entonces gozaban del aprecio popular: Ultimas Noticias, El País (ya desaparecido), El Nacional, Panorama, El Universal y entre los altibajos del acontecer político en el que igualmente me sumergí, la televisión; primero, como entrevistador y luego como director de noticieros y, finalmente, la radio, que me permitió hacer un grupo numeroso de amigos que oían con interés un espacio de comentarios que compartía con mi entrañable colega ya desaparecido, Gilberto Alcalá. Estas líneas recogen esa vivencia reporteril, por una parte sobre personajes que en un momento coparon la escena nacional: militares, políticos, profesionales, deportistas, navegantes intrépidos; por otra, una serie de crónicas sobre el quehacer ciudadano de mediados y fines del siglo pasado que conocí, o leí o escuché. Finalmente -porque la vida no es solo lamento, quejas, reclamos y deje de contar-, una serie de anécdotas, algunas de conocidos políticos de aquellos años que fueron cimentando el país que hoy está en comprometida situación de la cual espero salgamos todos a acompañar al célebre poeta español Antonio Machado, haciendo caminos; pero eso sí, volteando algunas veces para ver si la senda escogida es la correcta o nos lleva hacia un desfiladero. 

Es cuanto espero, pues el rocín que cabalgo me impide acudir a marchas, manifestaciones, protestas, como deseo; mantengo el espíritu alerta ante lo que está sucediendo, imposible de imaginar dos décadas atrás, cuando quienes hoy gobiernan, humillan y atropellan sin ningún género de consideración, pudieron participar en debates abiertos en los diversos medios de opinión y tomar parte en un proceso electoral que respetó la decisión soberana del pueblo que les abrió camino al proyecto que sometieron a su consideración y que ahora rechaza por absurdo, impracticable, cruel, que empobrece a grandes contingentes ciudadanos y lo que es peor, envenena a quienes lo padecen como a los que lo apoyan. Se trata de una serie de trabajos que realicé cuando estuve encargado de la famosa Página 5 de El Nacional, dedicada exclusivamente a dar cobijo al pensamiento político por disímil que fuera, a la crónica histórica, al humor en cualquiera de sus manifestaciones -caricaturas, anécdotas, versos- y que los domingos, para variar, abría sus puertas a una entrevista que la llenaba toda. Demás está decir que fue esa una idea de Miguel Otero Silva, dueño del periódico y altísima figura de la poesía, la narrativa, el periodismo y el humor, respaldada con un entusiasmo extraordinario por el ilustre escritor, historiador y académico, gran hombre de la comunicación como fue el Dr. Ramón J.Velásquez, quien entonces dirigía el periódico.

Con ese apoyo, emprendí una navegación que me llevó meses -y que sufrí y disfruté por partida doble acompañado en veces por colegas de la redacción que participaban activamente en algunas de esas entrevistas- si se considera lo difícil que resultaba conversar largas horas con personajes cuya mayor parte tenía su tiempo comprometido en otras tareas. Y entendida dichas reuniones en el amplio sentido de la palabra: asunto de interés presente en el ambiente. Se denominó Foro, sin ninguna otra connotación propia de jueces y tribunales.

Inauguré ese ciclo con una larga entrevista al General -así, con mayúscula -José Rafael Gabaldón- que se le alzó a Juan Vicente Gómez en una de las etapas más terribles de su tiranía, padre de Joaquín Gabaldón Márquez, dirigente universitario destacado de la generación estudiantil de 1928, abogado, escritor; y de Argimiro, su último hijo, que cerró filas en los grupos radicales de izquierda que se lanzaron tempestuosos, temerarios e ilusos a una guerrilla que causó muchas muertes y frustró el porvenir de brillantes compatriotas que cambiaron sin éxito las aulas por las montañas en la década de los años 60 del pasado siglo.

Comencemos, pues.

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