viernes, 10 de enero de 2020

Concurso viejos y famosos



Ahora, cuando están de moda nuevamente los concursos de preguntas y respuestas en la televisión, colegas periodistas que galopan los tres cuartos de siglo recuerdan los primeros de esos programas en la radio y los que, en la pantalla chica acapararon por meses la atención, en primer lugar, de los radiescuchas y mucho más tarde la de los “telespectadores”, como se dice en la actualidad. El que mayor audiencia tuvo en la radio fue concebido por el escritor y diplomático cubano Alejo Carpentier, quien vivió entre nosotros catorce años, en el curso de los cuales, no solo desarrolló una extraordinaria actividad de difusión cultural a través de sus columnas periodísticas, charlas en la radio, presencia en los círculos intelectuales, sino que participó igualmente en la cruzada que emprendiiera Carlos Eduardo Frías para imponer la publicidad en el medio venezolano como notable instrumento propagandístico.

Alejo diseñó para la radio un programa denominado El Torneo del Saber en el que cuatro especialistas debían responder las preguntas que dirigieran por escrito los radioescuchas de todo el país. Alejo leía la pregunta y uno del panel la respondía. El que enviaba la pregunta que resultaba escogida ganaba 5 bolívares. Miguel Acosta Saignes en el área cultural; Franklin White o Abelardo Raidi, en materia deportiva; el profesor Eduardo Calcaño acerca de la música y la historia, entre otros, formaban en el grupo de contestadores. Sus respuestas eran, aunque breves, sumamente informativas y, por lo demás, ingeniosas, pues debían sortear turbulencias propias de esa picardía de los venezolanos que andamos, sino metidos, hurgando en el torrente de la política.

En cuanto a la televisión, fue célebre el que condujeran el profesor Horacio Vanegas y la siempre querida y recordada Cecilia Martínez. En cierta ocasión fueron presentados Mariano Picón Salas, Enrique Tejera y el profesor Angel Rosenblat; el producto de los premios recaudados estaba destlnado al beneficio de una conocida entidad social. Se trataba de cinco preguntas. Picón Salas fracasó en la última, cuando no supo responder cómo se llamaba El Hombre que no Tuvo Infancia, que se refería al personaje de una famosa tira cómica que publicaba un periódico entre las comiquitas destinadas a los niños pero que devoraban los adultos. Se trataba de: Don Fulgencio. La respuesta de Picón Salas fue más que lógica: Adán. Y allí navegó ante la angustia de quienes seguían el programa. No hubo manera. Don Mariano no leía comiquitas. El Dr. Tejera se confesó “pésimo” en geografía desde su infancia, como confesó, al no recordar el nombre de la ciudad que atravesaba el Vístula, el más importante de los ríos de Polonia y, donde se registró la mayor tranca fue en la quinta pregunta hecha al profesor Rosenblat, pues Vanegas quiso saber el nombre de la isla a la cual llegó Colón en su primer viaje, antes de descubrir tierra firme. Por supuesto que lo de Guanahaní fue descartada tanto por el conductor del programa como por el interrogado. No hubo acuerdo. El profesor no quedó satisfecho con el veredicto y la polémica posterior en diarios y programas radiales fue larga e interesante. 

Otro programa de grata recordación lo dirigió el profesor Néstor Luis Negrón, quien sustituyó a Vanegas y le imprimió su personalísima manera de ser, siempre con la colaboración de Cecilia Martínez, a quien Negrón solía preguntar, con su gruesa voz: ¿Cecilia, cuánto tiene el pote? Refiriéndose, por supuesto, a la cantidad que había acumulada hasta ese momento y a la que tenía derecho el concursante que respondiera acertadamente.

Negrón, quien fue un extraordinario arquero -era muy alto y atlético- también es recordado en su experiencia televisiva, porque tan pronto como el concursante se le ponía al frente, procuraba dar con su gentilicio al conocer su apellido:

- ¿Urdaneta, me dijo usted?
- Tiene que ser de Maracaibo, de la rama tal y cual de los Urdaneta hijos o descendientes del gran prócer zuliano Rafael Urdaneta.

Y muchas veces acertaba.

- Fueron grandes y amenos programas que en un tiempo ampliaron el conocimiento de los venezolanos y pusieron al descubierto, como es natural, virtudes y debilidades de muchos de nuestros estupendos compatriotas a la hora de ser puestos a prueba sus conocimientos.

(El Mundo, 17-7-2001).

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