viernes, 10 de enero de 2020

Venezuela y su desarrollo desde un rincón de la provincia

Dr. Ramón J. Velásquez


A mediados del año 1965 El Nacional realizó un viejo y anhelado propósito; reunir en Caracas, en una convención, a todos sus redactores de provincia. El Director, Dr. Ramón J. Velásquez para la época, al inaugurar la jornada de trabajo dijo:

- Ustedes saben que no por su nombre sino porque ha sido norma fundamental de sus fundadores, éste no es un periódico de la capital que circula en provincia, sino un órgano en cuyas páginas palpita estremecida la angustia y la aspiración de los compatriotas que en oriente o en los llanos, en occidente o en el sur, la habitan. Nosotros recogemos la alegría de sus celebraciones, contamos sus tragedias, nos hacemos eco de sus preocupaciones, formamos en su causa. Es justo, pues, que nos reunamos para acordar la forma cómo podremos servirle mejor.

Y cuando esto decía, cuando sus palabras se derramaban cálidas sobre los circunstantes, pensábamos que allí, en el despacho del Director, nos estábamos asomando a Venezuela desde algún lugar del mundo muy próximo a ella como quien desde un otero tiende la vista al llano.


CAMINANTE


En “El Nacional” la información de provincia tuvo siempre una gran jerarquía. El diario apareció cuando el mundo estaba convulsionado por la Segunda Guerra Mundial. Las primeras páginas de los periódicos recogían diversas noticias sobre la conflagración. Uno abría a 8 columnas informando que 400 mil croatas pedían su incorporación a Yugoslavia y abajo, apenas una gráfica y un discreto pie de leyenda sobre la visita que entonces el presidente Isaías Medina Angarita realizaba a algunas capitales suramericanas. La foto correspondía a un acto en la plaza Bolívar de Quito. En la página 7 del diario “El Heraldo” del 12 de agosto de 1943, un cable de la United Press informaba que el café había sido el primer artículo apuntado en la lista de racionamiento. La última página estaba dedicada a la crónica deportiva.

En su edición correspondiente al mes de agosto del mismo año, también a 8 columnas, la información se refiere a la conducta del Mariscal Badoglio y su colaboración con los alemanes; y a dos columnas, a la izquierda, una noticia sobre la desastrosa creciente del río Guárico. Abajo, una reseña de la visita que había hecho el presidente Medina acompañado por el Jefe de Estado de Ecuador, al convento de Santa Rosa. En total, había nueve noticias sobre la guerra mundial y un suelto de crónica titulado “Terneras y Cohetes”, que firmaba un pseudonimista: Equivalente. El antetítulo: “De la Vida Provinciana”, pudiera hacer pensar que se iba a referir a algún problema neurálgico del interior. Pero se trataba del nunca viejo tema de los aduladores que agasajan con fiestas y reciben con cohetería a los gobernantes de turno, abrumándolos de tal manera con sus atenciones, que éstos no tienen tiempo de enterarse de los problemas que tiene la región que visitan.

En el diario Ahora -que dirigía el poeta Luis Barrios Cruz-, en la edición correspondiente al 1° de septiembre de 1941. Aparecen en su primera página, a más del editorial, las noticias. Todas internacionales. Ni una sola referente a la provincia. Era “Ahora” un periódico bastante bien hecho. Tenía 16 páginas. En la página 9 o en la 11 aparecía la sección correspondiente a las noticias del interior. Se titulaba: “Ahora y la Provincia”: Insertaba más de 20 breves informaciones de distintos Estados. Una sección en la que recogía párrafos de los editoriales de la prensa de provincia y otra sobre historia, “El Universal”, en 1942 tenía entre 20 y 24 noticias en su primera página. Apenas una sobre la provincia venezolana, producida en Caracas. A veces insertaba tres y hasta cuatro, sobre mejoras en las vías carreteras, inauguración de puentes, comienzo de trabajos, etc.; pero eran noticias sin aliento, sin calor. Había más entusiasmo en las informaciones que las agencias de noticias internacionales remitían desde remotas comarcas. Emil Ludwig, columnista internacional, escribía en “El Universal” del 15 de noviembre de 1942: “De Gaulle: lo mejor de Francia; Laval: lo peor”. Abria la edición, a 4 columnas, una información sobre el avance del ejército de Anderson sobre Túnez y Bizerta. La nota de la emoción estaba en la marcha de los ejércitos aliados en África. En la sección “A través del País”, apenas 8 minúsculas notas de provincia revelaban que a mas de Caracas había otras colectividades en Venezuela.

El sábado 21 de noviembre de ese año la misma sección inserta 30 noticias en letras de seis puntos y con subtítulos a una columna.

El diario La Esfera, en su edición de septiembre de 1941, publicó en su primera página 22 noticias y una fotografía a una columna del Mariscal Mannerheim, comandante de las fuerzas finlandesas en la Guerra Mundial, aparte del editorial, que versaba ‘sobre “los productos que deberíamos importar” para la época. Y a todo lo largo y ancho de la página, ni una alusión a la provincia. “La Esfera” tenía 20 páginas. En la 14, la sección Correo del Interior, magníficamente bien servida pública un editorial breve sobre Los Teques y 62 noticias a una columna, con subtítulos y una crónica histórica, en un recuadro, sobre el Cantón de Quibor. En el pase a la página 19, se insertan otras 18 breves notas condensadas sobre la provincia.

LA PROVINCIA Y EL NACIONAL 


Es conocido que Don Henrique Otero Vizcarrondo viajó a los Estados Unidos de Norteamérica en 1942 por una maquinaria para “El Morrocoy Azul” y desde allá le escribió a Miguel Otero Silva, su hijo, preguntándole si quería fundar un periódico. El Viejo Otero, como todos dieron en llamarle, contagió con su entusiasmo a toda la parentela y en plena guerra mundial, aquí en Caracas un emprendedor grupo de intelectuales amigos de Miguel y de Alejandro Otero Silva, se pusieron a trabajar, ilusionados, en el proyecto. 
El 3 de agosto de aquel año Caracas seguía siendo el faro de la patria, el gran escenario, asiento de todos los poderes, el centro de atracción hacía el cual convergían todas las miradas de la Venezuela rural que había cumplido los ciclos del cacao, el tabaco y el café, porfiaba con la caña de azúcar mientras actuaban en oriente y occidente las compañías aceiteras. El país petrolero se consolidaba. Pero la guerra seguía. En Europa, Asia y África la hoguera de la destrucción ardía y este lado del mundo era víctima, asimismo, de aquel absurdo estado de cosas. Justo para su primera edición, “El Nacional” recoge en un recuadro la noticia de un ataque alemán a Curazao. Un submarino nazi torpedeó a un buque tanque petrolero que estaba anclado en la bahía. 23 tripulantes, entre ellos un venezolano de nombre Ramón Rodríguez, perecieron; y otro venezolano, José Quevedo (El Negro Chon), resultó con graves quemaduras.

En su primera edición -apenas 16 páginas- “El Nacional” publicó 13 noticias. Tres de ellas extraordinariamente destacadas sobre cuestiones nacionales; a saber: el ataque nazi al buque-tanque “Rosalía”; una relacionada con el presunto sabotaje a un clipper en Manaos, cuyos pilotos fueron hospitalizados en Maracaibo y una foto a tres columnas anunciando el primer gran reportaje de “El Nacional” sobre la vida de provincia: la tragedia de las poblaciones ribereñas del Orinoco y del Apure, cuyo autor fue Gonzalo Rincón Gutiérrez, el primer jefe de la página de provincia que tuvo el periódico.

Gonzalo Rincón Gutiérrez falleció tempranamente en Mérida, cuando cumplía una de sus más fructíferas misiones, de las muchas que realizó con cristalina y eminente vocación venezolanista. Inicialmente, la página que tuvo a su cargo ocupaba la tapa del primer cuerpo; es decir, la última página de la primera parte o sección de “El Nacional”. Bajo el título general de “Los Veinte Estados de Venezuela” Gonzalo publicaba las informaciones que recibía de los corresponsales exclusivos del periódico y las de la agencia “Peve”, que sirvió por algún tiempo noticias de la provincia para “El Nacional”. Fue suya la idea de publicar todos los días una foto de algún lugar de Venezuela con una leyenda apropiada. La primera correspondió al Viaducto de Mérida, que lleva del vecindario de Milla al cerro de Las Flores. “Vetusta construcción -escribió Rincón Gutiérrez- unida a la historia de la ciudad .. Permanece firme, en medio del verdor del paisaje, testimonio de una buena época ya lejana, como Don Tulio y las Cinco Aguilas Blancas”.

Alberto Ravell, el gran demócrata, inauguró el 4 de agosto de 1943 su sección “Caminos de Venezuela”, que se haría tan popular, con su característico estilo de frases acuchilladas por los puntos seguidos .. En su primera columna habla de Zaraza, de sus gentes y sus problemas y en la segunda se refiere a San Francisco de Macaira. Inserta una carta que firman Ubaldo Armas, Pedro Martínez y el Pbro. Laya, dirigida al entonces titular de Obras Públicas, Dr. Manuel Silveira. En su columna del día 6 habla de las necesidades de Aragua de Barcelona y solicita la ayuda del Ministro del Interior, Dr. Juan Penzini Hernández, nativo de dicha región.

Entre tanto, Rincón Gutiérrez informa de las horas de terror que vive la población de Cabruta, totalmente inundada por el Orinoco. Al día siguiente es Tucupita la amenazada por las aguas del río y el periódico se hace eco de la alarmante situación que se cierne sobre Ciudad Bolívar.

Los relatos, los reportajes, las columnas, los artículos, despiertan la conciencia nacional. Venezuela se da cuenta, de repente, que está ante una gran catástrofe y la solidaridad se vuelca. Se organizan colectas. Los funcionarios públicos se movilizan y el Jefe del Estado, a su regreso al país, manifiesta su preocupación por la suerte de los connacionales afectados por las inundaciones. Venezuela empieza a descubrirse en las páginas de “El Nacional” y a tener conciencia unitaria. Caracas sigue siendo la gran metrópolis, pero la concepción total, la importancia económica y social de cada región y de todas con respecto al país trasciende y vibra y cobra calor, fisonomía, profundidad en las páginas de este periódico, que ha sido como el espejo de desarrollo del país. A contar su engrandecimiento, a ensalzarlo en sus gestas, a cantarle, a celebrar sus triunfos o a reflejar con recogimiento sus horas de dolor, ha estado dedicado siempre, haciéndole honor a aquellas líneas editoriales que trazó desde el arranque mismo, el director fundador Antonio Arraiz: “La política de “El Nacional” será como de servicio a las conveniencias nacionales, con prescindencia de toda actitud de “complacencias” o “debilidades”. Viene en son de guerra contra la mentira y la corrupción; en son de vindicta y de censura contra la ineptitud y la prevaricación, cualquiera que sea la forma bajo la cual se escondan; en son de aplauso, de estímulo y de elogio franco para el mérito, el valor, la pureza o el esfuerzo, por recatados que se hallen de los ojos del favor público en el seno multitudinario de la colectividad”.

VARIACIONES


El 30 de agosto de 1943, a menos de un mes de su aparición, la sección de provincia registra un cambio. Un nuevo estilo. Las noticias no se ofrecen al menudeo, como era tradicional. Para facilitar la lectura de la página, el país es dividido en cuatro grandes zonas: occidente, oriente, centro y los llanos. Entonces las informaciones procedentes de Maracaibo, Falcón, Lara llevarán un título general bajo el cual serán agrupadas: Occidente. Las de Cumaná, Margarita, Barcelona, Puerto La Cruz irán debajo del mote general: Oriente. La columna de Alberto Ravell es ubicada hacía la parte derecha de la página, para que estuviera a primer golpe de vista. El insigne yaracuyano echa humo. El 31 de agosto escribe: “Venezuela no está representada en su Congreso ni en sus elecciones de primer grado. Ni en su Federación embustera. Ni en su pedagogía ciudadana. Es el M.O.P. que ignora a Caño Seco, en la ruta de Aragua de Barcelona. Y el MAC que ignora la tierra negra y el ME que ignora los niños ignorantes, redundancia magnífica y amarga que nosotros conservamos” Con ocasión del primer aniversario, en 1944, el Director Antonio Arraiz, al hacer un recuento de la obra realizada, se refiere a la primera edición extraordinaria de “El Nacional” cuando se registró la invasión aliada a Europa y a la labor informativa realizada por el equipo del periódico -corresponsales y reporteros de planta- al reseñar el siniestro aéreo de Barcelona, donde perdió la vida, entre otros valiosos venezolanos, el gran atleta José Pérez Colmenares, notable por sus hazañas beisbolísticas. Martín Fierro hizo un reportaje sobre la gente que para entonces hacía “El Nacional”. Al referirse al jefe de la página de provincia escribió:

- A la cabeza de la página del interior existe un personaje misterioso, Gonzalo Rincón Gutiérrez, cuyas horas de labor no han podido ser localizadas por ninguno de sus compañeros. Se sospecha que a media noche, como los fantasmas. Pero los que, por una extraña coincidencia, lo han sorprendido ante su escritorio, cuentan que solo le han visto suspirar frente a quince retratos de Oly Clemente, de quien está locamente enamorado sin conocerla.(Travesura de M iguel Otero Silva escondido en ese pseudónimo de Martín Fierro).

A partir de 1946 se perfila en “El Nacional”, de una manera definitiva y concreta la característica de ir reflejando el desarrollo económico y social de la provincia. Su actividad cultural y deportiva. Los corresponsales inundan la redacción con sus noticias y el paginaje, pese a la escasez, tiene que aumentar. D.F.Maza Zavala publica unos “apuntes para una geografía emocional de Anzoátegui”. Se refiere a la vida de Puerto La Cruz, Guanta, Aragua de Barcelona, Cantaura, Bergantín, El Limón, El Tigre. En suma, a sus diez Distritos y 43,300 kilómetros, a sus 59 Municipios (para entonces) y a sus 168.844 habitantes; a la producción media de 1.115.1585 toneladas de las hulleras de Naricual entre 1918 y 1944; a sus héroes: Anzoátegui, Pedro María Freites, Juan Manuel Cagigal, Diego Bautista Urbaneja, coronel Francisco Carvajal (Tigre Encaramado), a los hermanos Monagas. 

Herman Garmendia, primer corresponsal del diario en Barquisimeto, publica una evocación del viejo barrio de Paya; Alfredo Armas Alfonzo escribe un reportaje sobre Barcelona y Rafael Pineda un trabajo que tituló: Oro, Sarrapia y Caucho, trilogía de la economía guayanesa. Fabio Arias Rojas, conocido locutor que abandonó el micrófono al coronar sus estudios de economía, publicó un trabajo relacionado con el desarrollo alimenticio del  Zulia y Pedro Lhaya un reportaje sobre el grupo Tierra---Hercolino Adrianza Alvarez, Gabriel Bracho Montiel, Mercedes Bermúdez de Belloso--- y la inquietud artística del Zulia. En 1948 Panchita Loaiza escribe sobre Marigúitar como una tierra de pujanza y de futuro a orillas del golfo de Cariaco y la celebración aniversaria se ve ensombrecida por una tragedia ocurrida en La Guaira. Veinte personas murieron y 390 familias quedaron sin hogar a causa de unas inundaciones.

NUEVO CAPITÁN


Otras inquietudes llamaron a la puerta de Gonzalo Rincón Gutiérrez y el 9 de abril de 1949 el doctor Juan Francisco Reyes Baena asume la jefatura de las páginas del interior. Y este pedagogo prestado al periodismo realizará al igual que su predecesor una extraordinaria labor. Desde Tovar, a fines  del 49, Simón Alberto Consalvi enviará un artículo que destaca “El Nacional” en su edición aniversaria: “Los Andes y el problema de las Migraciones”, Consalvi apunta el parecido de las migraciones de los pueblos andinos venezolanos con los personajes de John Steinbeck en “Las Uvas de la Ira”.

OTRO HOMBRE AL TIMÓN


Pocos meses estuvo el Dr. Reyes Baena al frente de las páginas del interior. Ocupó interinamente la Dirección de “El Nacional” en 1950, a raíz del viaje de Antonio Arraiz a las Naciones Unidas y más tarde fue confirmado en dicho cargo. José Ganímez Obregón (Cuto Lamache), gran periodista portugueseño, tomó las riendas de la página de provincia y fue él quien consiguió, entre otras cosas, jerarquizar las informaciones procedentes de la provincia, de tal manera, que el último cuerpo del periódico trajese destacadas como cualquier noticia de la capital, informaciones del interior que fueran importantes. Los “caliches”, esto es, las notas breves, sin mayor trascendencia, él las recogía en una crónica amable o las acomodaba bajo un título general.

CINCO PROVINCIANOS DE LA CAPITAL DECLARAN SOBRE SUS PUEBLOS


En 1950 “EI Nacional” entrevistó a cinco conocidos venezolanos acerca de lo que deseaban para sus respectivas regiones. Pascual Venegas Filardo, periodista y economista, oriundo de Lara; Dionisio López Orihuela, educador, nativo de Sucre; Carlos Morales, abogado, internacionalista, ex canciller de la República nacido en Zaraza(los Llanos); Raimundo Aristiguieta, comerciante, guayanés y Olinto Camacho, educador y médico, andino.

Venegas Filardo se pronunció por un impulso agrícola para Lara; abogó por la organización de los dos centrales planificados para los valles del Turbio y El Tocuyo y por el incremento del cultivo del sisal, con fines de satisfacer la demanda interna de sacos y de mecates; por el mejoramiento del cultivo del café, para lograr no solo una mayor producción, sino también mejor calidad y obras de riego proyectadas para los Distritos Jiménez y Torres.

El profesor Dionisio López Orihuela, para entonces Director del Liceo “Andrés Bello”, expresó que en el campo educativo se pronunciaba por la creación de una Escuela Superior de Artes y Oficios para dar cabida a los alumnos egresados de las escuelas primarias que por cualquier circunstancia no pudieran continuar sus estudios secundarios. También pidió continuar la ejecución de un plan de riego para los agricultores sucrenses.

El Dr. Carlos Morales dijo que el oriente del Guárico necesitaba mucha gente que poblara los campos y agua suficiente para los cultivos con ventaja para la riqueza particular y para la economía de la Nación.

Raimundo Aristiguieta reclamó un frigorífico para Ciudad Bolívar, suficiente como para beneficiar 1.500 reses que produce el Estado. Ambicionaba el establecimiento de la planta siderúrgica -hoy una realidad- y un programa que aprovechara la fuerza hidráulica del Caroní. También, vías de desarrollo integral.

Olinto Camacho, por su parte -era entonces Director de la Escuela de Medicina- dijo que en Tovar hacía falta una escuela politécnica para señoritas, con su correspondiente internado; clamó por una vía carretera entre Zea y el Estado Zulia, para impulsar la ganadería de la región y, como cuestión fundamental” la lucha contra la erosión que ya para entonces teníamos planteada con caracteres dramáticos los venezolanos.

¿No es esta encuesta una especie de termómetro sobre las necesidades de cada región, expuestas por sus hombres más representativos?

LA VISITA DE JUDITH VELÁSQUEZ

1952 fue un año de grandes innovaciones en las informaciones del interior. El “Gordo” Pérez disponía de una página completa para sus sensacionales composiciones fotográficas. Y en esas páginas, de la Sierra Nevada a las cálidas playas margariteñas, sus rincones maravillosos, sus artes, su industria, sus tipos humanos, fueron desfilando ante los complacidos lectores. En veces ni siquiera hacía falta la leyenda explicativa. Bastaba el título. Y ni aún eso. El nombre de la región visitada: Táriba, Apartaderos, Rubio, El Tirano, Cariaco, Píritu, Clarines.

Pero hace falta la historia menuda, la que reconcilia y justifica el esfuerzo. Fue un día de 1952. Una pequeña de nombre Judith Velásquez, resultó I eximida en todas sus materias. Estudiaba tercer grado en la escuela Libertador Bolívar, en Quiriquire. Cuando su padre le preguntó qué premio quería, élla le respondió, los ojos iluminados por la: alegría:

-¡Que me lleves a Caracas para conocer “El Nacional”.

Ella lo leía desde cuando comenzó a deletrear. Y el padre la trajo al periódico con su maestra, Josefina Campos. Los tres recorrieron todas las dependencias: redacción, administración, talleres. La sentaron ante una linotipo y le hicieron muchas fotos, una de las cuales fue publicada en la primera página. Valía la pena trabajar con pasión. Y había que poner lo mejor de uno mismo. Puede uno pretender engañar a los de su edad; pero es delicado engañar a los niños y en 1952 ya había niños que leían ávidos el periódico. El país se debatía bajo el peso de una feroz dictadura, pero había noticias como la de Judith Velásquez que venían a ser como un paréntesis, como un alivio en la empinada cuesta hacía la conquista de la libertad y del mejoramiento del pueblo venezolano.

EL PROSPECTO DE PICÓN SALAS

Don Mariano Picón Salas publicó en 1953 un estupendo trabajo sobre Los Andes. Apuntaba allí el gran ensayista que hasta comienzos del Siglo XX Los Andes tuvieron una vida relativamente autónoma y se comunicaban con el mundo exterior más por el Lago de Maracaibo que por el litoral hacia el centro del país. Señalaba que Cipriano Castro, cuya invasión hizo olvidar a los orientales de Monagas y a los corianos de Falcón, fue la causa por la cual nombres de destacados hombres de pensamiento, científicos y civilistas no fuesen siquiera registrados por los cronistas. Recordaba la tradición de artesanía autóctona que se dislocó con la cultura aluvional de mercancías importadas y dinero fácil y hacía énfasis en la casa con la huerta doméstica, su horno para el gran amasijo, su gallinero, sus árboles frutales y hasta sus colmenas de abejas que eran una unidad de producción donde las mujeres trabajaban como la Penélope de la Odisea.

Hablaba de las alfombras, cobijas, confites y bocadillos que se vendían en el mercado de Mérida y de las obras de limpia talabartería: sillas de montar, estribos, polainas y gualdrapas, guruperas y pretaIes, frenos de muy fino trabajo, tripas y cuerdas para guitarras, violines y requintos. 
Era una época distinta. La de la mistela y el anisado que los artesanos cambiaron por el whisky.

Don Mariano reclamaba un prospecto de Los Andes considerando los tres Estados como una región natural y una unidad geográfica que debe reforestar y recuperar las tierras perdidas; racionalice y modifique los cultivos; incorpore a formas modernas de producción el buen instinto artesanal de las gentes; y abra todos los caminos necesarios para la conquista económica de ese “hinterland” al pie de la periferia lacustre.

¿No es acaso ese reclamo de Don Mariano Picón Salas parecido al que se está planteando ahora en Los Andes, quizás con mayor dramatismo?

UN ESTADO SOCIAL

Lucila Palacios (Mercedes Carvajal de Arocha) apuntaba, refiriéndose a su tierra guayanesa—también en las páginas de “El Nacional” ---que el primer grano de oro constituyó tal vez la primera manifestación de un estado social. El primer grano de oro descubierto en el Yuruary no separó a la gente. Al contrario, escribe la novelista que se reunieron hombres de todas partes. El Callao se formó junto a la inquietud de la novedad, vecino al deseo de fortuna. El río puso su cuota y las razas se juntaron y El Manteco, El Palmar, Guasipati, Tumeremo, Santa Elena de Wairén, Caicara del Orinoco, supieron mas tarde de esa-fusión. La escritora concluye con una síntesis magistral que resume todo un proceso de desarrollo: árboles, agua, oro, soledad, peligro. En fin, Guayana.

Por su parte, Gonzalo Rincón Gutiérrez, que era nativo del Zulia, también apelaba a una serie de sustantivo s para dar una idea aproximada de toda una época de su terruño: luz, calor, agua, viento, playa y sabana; a los lejos, la montaña y sobre la tierra madura en actitud de entrega, armonía animal y vegetal para el goce y la pena de medio millón de habitantes laboriosos y rudos. Según Rincón Gutiérrez, el zuliano nace ante un horizonte de trabajo: cabria, hacha, rejo, la piragua o la gestión comercial.

- La cabria – escribía - es invasora desde 1918; de Quisiro a Gibraltar, de Villa del Rosario a Valderramas, el rejo domeñó la rebeldía del maute y permitió la domesticación del ganado. En cuanto al comercio con los otros puertos: naranjas y quesos perijaneros; mantequilla de los Distritos Colón y Sucre; cacao de las haciendas de Río Abajo:ganado en pie, cebado en los potreros del Catatumbo y El Escalante; durmientes de cararire de los yemas de El Papayo; plátanos y guineos de Garcitas y El Vigia; pescado fresco o en salazón. De la aventura guerrera apenas los nombres de Southerland y Venancio Pulgar. Una cuenca hidrográfica que absorbe el 10 por ciento de las aguas continentales venezolanas que afluyen a la mayor penetración marítima de América del Sur y bordeando a ésta una llanura sedimentaria de abonada formación natural y una cadena montañosa que encierra e individualiza la más rica región venezolana. Y dentro de ese ámbito regional, la mayor producción petrolera, la mejor ganadería de cría, abundante y variada agricultura, buenos ensayos de industria propia (láctea, cervecera, cemento) y esbozos tímidos de otros renglones industriales.

LOS LLANOS


Luís Pastori escribió que en los llanos el destino de los viajes parece siempre otro camino y si bien asentó que en la región llanera fue siempre la actividad pecuaria la base de la economía, añadió bellamente: “Tierra con sed y con agua. Fértil Y árida. Luminosa y oscura. Lejana y próxima. Que se fue detrás de Páez por los caminos de la historia y se quedó para siempre en el Escudo”.

EL GOLPE DE LA SANGRE


Luís Villalba Villalba, a quien correspondió escribir sobre el litoral oriental apuntó:

- El costado oriental, por donde es más dolido y tenaz el golpe de la sangre, todo lo tiene: petróleo, inmensas reservas de sal, asfalto, azufre, carbón. Sucre es rico en café; Monagas y Cariaco en cacao; La Asunción en cocales; en tabaco, El Guácharo, Caripe y Pueblo Viejo; Paraguachí en maizales y la yuca es silvestre desde Uchire a Chaguaramal.

DOBLE RESPONSABILIDAD


Del año 52 al 56, Oswaldo Pérez Estevez es el responsable de la información del interior. Pero inquieto y capaz, le alcanza el tiempo no solo para mantener su crónica taurina, estupenda, seria, conceptuosa, sino que le asignan otra responsabilidad: la corrección de estilo y la redacción de alguna  nota sobre hechos de la ciudad. Es un redactor que amanece y anochece en el periódico. En 1956 en una reorganización de la empresa, Francisco Guerrero Pulido-El Gocho---, que hasta entonces se había desempeñado como Jefe de Información de “El Nacional”, pasa a ocupar la jefatura de las páginas de provincia hasta 1963, cuando en una nueva redistribución de trabajo, Guillermo Tell Troconiz lo reemplaza por unos meses.

Antes, el 9 de agosto de 1961, “El Nacional” inició un ensayo de cuatro ediciones simultáneas: occidente, centro, oriente, metropolitana. Pero los lectores reclamaron la edición unitaria. Si era cierto que en esas ediciones cabía más información sobre una determinada zona, no lo es menos que la familia venezolana está muy extendida y que la mayor parte de los habitantes de Caracas ha venido del interior. La gente del centro no tenía noticias sino del centro y muchos aspiraban conocer cuánto ocurría en las otras comarcas nacionales. Fue así como después de varios meses “El Nacional” volvió a su edición unitaria. A reflejar nuevamente en sus páginas todo cuanto ocurría en los cuatro rincones de la patria ancha y generosa.

La trágica muerte de Federico Pacheco Soublette hizo necesario, en marzo del 63, el traslado de Tell Troconiz a la Jefatura de Información. Oscar Escalona Oliver se encargó entonces de las noticias del interior hasta 1965, cuando después de 22 años consecutivos de trabajo, se retiró de la empresa para dedicarse a actividades publicitarias.

A partir de 1965, Omar Pérez, que había estado al frente de la página de columnas -la CI- recibió el encargo de coordinar las informaciones de provincia. Tuvo la suerte de aglutinar en torno a él a uno de los más brillantes equipos que ha pasado por “El Nacional”: Elides Rojas, en Barquisimeto; Ildemaro Alguíndigue, en Coro; Carlos Ojeda, en Acarigua; Absalón Bracho, en el Zulia; Américo Femández, en Ciudad Bolívar; Rubén Ferrer Rosas en Monagas, Juan Gutiérrez en Sucre, Miguel Sánchez Castro en Tucupita; Paco Bermúdez en San Fernando de Apure; César García Lovera en Valencia; Juan Vicente Carrillo Girón en Maracay; Alberto Jordán Hemández en Puerto Cabello; Luís Rojas Vásquez en Maracaibo; Luís Hilders en Guanare; José Luís Mendoza en Barcelona; Pedro Borges Zurita en San Cristóbal; Raúl del Nogal en Trujillo; César Alvarez en Barinas; Miguel Quintana Delgado en San Juan de los Morros; Nicolás Ojeda P. en San Felipe, Estado Yaracuy; Alfredo Mejías en Píritu y Puerto Píritu; José González en El Tocuyo. A éllos se agregaban los notables reporteros gráficos Alejandro Rojas, Arturo Bottaro y Augusto Hemández cuyos teatros de operaciones eran Barquisimeto, Maracaibo y Barcelona, respectivamente y Jaime Noguera que trabajaba como adjunto a la jefatura de provincia. Fueron estos redactores y fotógrafos quienes se reunieron en convención, en 1966 y en 1967 por iniciativa del Dr. Ramón J. Velásquez, quien dirigía el periódico. En fructíferas jomadas hicieron un diagnóstico social y económico de las regiones que tenían asignadas, sobre los problemas más urgentes, las posibles metas de desarrollo, sus expectativas artísticas, culturales, deportivas, científicas. Acerca de todo esto hablaron, discutieron, previnieron los hombres que en provincia trabajaban para “El Nacional” y por éste periódico, para Venezuela.

Venezuela es y será como quieran sus hijos. Servirla y hacerla a imagen y semejanza de los más capaces, fue y ha sido la mayor aspiración de los hombres que, manejando las noticias de la provincia, han prestado inestimables servicios al país a través de esa institución que es “El Nacional”.

Nota: Este trabajo apareció en una edición extraordinaria de El Nacional en uno de sus aniversarios, En 1969, a fines del gobierno del Presidente Leoni. Entonces yo era Director Nacional de Prensa de la Oficina Central de Información y Don José Moradell, que estuvo a cargo su coordinación, se empeñó en que lo hiciese, pues entonces recién había abandonado la jefatura de la página de provincia del diario para acometer mi primera función pública y tenía muy fresca la experiencia de haberla dirigido.

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