El Almirante

"Ese marino afable, de suaves
ademanes, cordial y respetuoso,
no disparó un solo tiro contra los
militares ni contra los civiles.
Los sometió con su palabra sencilla".

Sobre su tumba tres rosas blancas y una hermosa orquídea morada. Ni una alma a excepción de la mía, solitaria. Cincuenta años atrás fue la idolatría del pueblo y la esperanza puesta en él por los hombres y mujeres que le vieron, solemne, entre cuatro militares, dos a cada lado suyo, cuando decía por la televisión, sin más rebuscamientos ni poses estudiadas: ¡Elecciones en diciembre!. Frase que cambió la suerte del país, oprimido, sojuzgado por una dictadura cruel y feroz que entonces había llegado a su fin la madrugada del 23 de enero de 1958.

Al decir esto, el marino, según muchos historiadores que siguieron de cerca los hechos posteriores, desbarató los planes que otros uniformados ambiciosos habían hecho para apoderarse del poder en su propio beneficio. Pero este Wolfgang Larrazábal Ugueto, nacido en Carúpano y criado en Maracaibo, que entregó la mitad de su vida a la Armada, en la que creo mística como el abuelo, marino como él y como su padre, con una sensibilidad social extraordinaria y una vocación democrática fuera de lo común.

Tan pronto como asumió la Presidencia de la Junta de Gobierno puso en ejecución un programa que dio trabajo a una enorme masa obrera que estaba desocupada, hizo frente a dos terribles conspiraciones y las derrotó. 

Superó una difícil situación internacional, creada por el vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, quien resolvió hacer una visita al país cuatro meses después de la caída del sanguinario dictador que había sido condecorado por su gobierno. 

El vehículo en el que se movilizaba Nixon, fue apedreado por una indignada muchedumbre en Maiquetía, y, cosa singular: ese marino afable, de suaves ademanes, cordial y respetuoso, no disparó un solo tiro contra los militares ni contra los civiles. Los sometió con su palabra sencilla. 

Cuando dejó la Presidencia, 10 meses después, para realizar una campaña electoral en la que arribaría en segundo lugar, los periódicos destacaron dos cosas: que abandonó la Primera Magistratura más limpio que como entró; y que tan pronto como el Consejo Supremo Electoral anunció el resultado de la consulta, reconoció con hidalguía el triunfo del adversario. 

Un gran hombre.